Elemento

Patrimonio

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EL CASTILLO

Horario de visita:

Visitas guiadas al castillo de Turégano.

De jueves a domingo y festivos.

Mañanas 11.00h y 12.30h.

Tardes 16.00h.

Sólo con reserva previa 634 46 02 15.

Máximo 20 personas por visita. Duración 75min (Aprox.) Precio: 8€/persona, precios especiales para grupos (Pago en metálico).

Un poco de historia:

El encastillamiento de la iglesia de San Miguel a lo largo de sucesivas etapas constructivas tuvo como resultado un edifico de belleza sobrecogedora reconocido internacionalmente. Su origen hay que buscarlo en el siglo XII, después de que la reina doña Urraca donara Turégano al obispo de Segovia. A finales de ese siglo tuvo lugar la batalla de Alarcos (1195), en la que los cristianos sufrieron una gran derrota. Es posible que en aquel momento se decidiera construir una muralla rodeando el cerro en el que se había empezado a construir la iglesia románica de San Miguel.
La iglesia se terminó en el siglo XIII, cuando se añadieron las naves en un momento ya de transición al estilo gótico. El primer documento que menciona la existencia de un castillo son las actas del sínodo celebrado en 1440, siendo obispo fray Lope de Barrientos. Por los estudios arqueológicos sólo cabe pensar que entonces tan sólo existía la cerca exterior.
Años después, fue el obispo Juan Arias Dávila el que decidió construir un castillo sobre la iglesia para defender las rentas y posesiones del obispado, aunque es evidente que buscaba  fortalecer su posición tras haberse enemistado con el rey. Las obras debían de estar muy avanzadas dos años después, cuando murió el infante Alfonso y Juan Arias se refugió en Turégano junto a su hermano Pedrarias. Bajo su mandato se construyó la muralla interior que rodea el castillo. En ella destaca la puerta principal, protegida por dos fuertes torres circulares. Se levantaron también las tres altas torres sobre la cabecera de la iglesia, quedando embutidas en ellas tanto los ábsides como la antigua torre románica. En el interior se disponen varios niveles de estancias abovedadas unidas por angostos pasillos y escaleras. Esta distribución resulta laberíntica pero era muy eficaz defensivamente, y las estancias quedaban intercomunicadas visualmente, pudiéndose controlar en todo momento quienes accedían a ellas. Arias Dávila murió en Roma y no fue enterrado en Turégano como había dejado dispuesto. Los blasones con sus armas fueron eliminados. Queda claro que la iglesia no dejó de ser nunca tal, puesto que en ella había fundado varias capellanías que se mantuvieron al menos hasta el siglo XVII. Su sucesor fue Juan Arias del Villar, quien mandó continuar con las obras inacabadas, levantándose entonces los muros y las torres que rodean las naves de la iglesia a la vez que se creaban nuevas estancias sobre las naves laterales. Las torres y los matacanes se adornaron con profusión de bolas de piedra, lo que les otorga un aspecto parecido a la diadema de una corona. Parece que el arquitecto que se encargó de las obras fue Juan Gil de Hontañón, quien por entonces trabajaba en la nueva catedral de Segovia. La portada occidental de la iglesia quedó cegada y sobre el acceso meridional se levantó un imponente balcón entre dos torres y sobre el blasón con las armas del obispo. Este balcón domina la villa y fue en su momento toda una escenificación del poder temporal del señor de Turégano. Aunque no hay constancia documental de ello, seguramente también fue Hontañón el que se hizo cargo de las obras al reanudarse después de 1512, siendo obispo Diego de Rivera.
Con esta intervención se terminaba un proyecto bastante unitario. Lo más destacado de esta fase es la torre circular del lado norte del recinto que alberga una escalera helicoidal. En ella aparece el blasón del obispo. Por un documento del siglo XVI cabe pensar que en el espacio que quedaba entre la muralla interna y el castillo estaban las caballerizas, las paneras, el horno y otros aposentos. Ese espacio terminó siendo cementerio parroquial hasta finales del siglo XIX. Como testimonio de ello se conserva una lápida de un vecino de la villa que fue fontanero del Real Sitio de San Ildefonso, encargado del mantenimiento de la compleja red de tuberías que abastecía a las fuentes monumentales durante los juegos de agua. El castillo de Turégano apenas tuvo más uso defensivo que el de ser refugio de Arias Dávila y de su invitado ocasional Fernando el Católico. Tampoco perduró el intento de su impulsor de que residieran allí de forma permanente los capellanes de la iglesia. El uso principal fue el de cárcel, tanto episcopal, pues no hay que olvidar la dimensión temporal del poder de los obispos, como de Estado. El preso más famoso fue, sin duda, Antonio Pérez, secretario de Felipe II. Llegó a Turégano a cumplir una pena de dos años de encierro en una fortaleza. Su primera estancia estuvo en la torre norte, pero ante las incomodidades consiguió que le trasladaran al lado sur, donde gozaba de una vida confortable. Perdió sus privilegios al intentar fugarse y dice la tradición que terminó preso en un sórdido calabozo junto al absidiolo de la epístola. El castillo estaba en desuso en el siglo XVII, pero la parroquia seguía en funcionamiento. En 1703 se hizo la última gran obra, la gran espadaña barroca que preside el conjunto y que parece reivindicar la preeminencia de la iglesia sobre la fortaleza.

LA PLAZA DE ESPAÑA O DE LOS CIEN POSTES

 

LA PLAZA DE ESPAÑA 

La Plaza de España es el centro de la vida diaria de los tureganenses. Ubicada en pleno casco urbano, a los pies del castillo, se forma como un espacio abierto en torno al camino que une San Miguel con Santiago. La mitad de la plaza marca la división entre los tradicionales barrios del Altozano, cuya parroquia era San Miguel, y la Bobadilla, con parroquia en Santiago. Antiguamente la procesión de san Miguel, que salía desde el castillo, al llegar a la mitad de la plaza se daba la vuelta sin más, pues en ese punto terminaba la jurisdicción del barrio del Altozano. 
Conserva su trazado de época medieval, de casi 4.500 metros cuadrados, sin un diseño geométrico que la marque, rodeado todo su perímetro por las casas con soportales adintelados de vigas de madera que descansan sobre zapatas y pilares de piedra, a excepción del ayuntamiento y la casa que cierra el lado norte, cuyos soportales son de arcos de medio punto y el lado sur, donde antiguamente se cerraba con el palacio episcopal. Estos pilares son la razón por la que ha sido bautizada por don Victoriano Borreguero (natural de la villa y su cronista oficial) como la "Plaza de los Cien Postes", aunque realmente estos son 104.
Además de ser el principal espacio de convivencia de la villa, también es el escenario donde se celebran los acontecimientos más señalados. Desde el mercado de los sábados, las ferias como la de San Andrés, de especial importancia en la villa, la Semana Santa, hasta las fiestas, como la de la Juventud o la Función en honor al Dulce Nombre de María,  momento en que se convierte en coso taurino con los tradicionales entablados de madera, hacen de la Plaza de España el espacio más vivo y dinámico de Turégano, que con el fondo del castillo es en una estampa prototípica de Castilla conocida internacionalmente.
IGLESIA DE SANTIAGO

 

IGLESIA DE SANTIAGO

HORARIO DE VISITAS: media hora antes de las misas que son de martes a viernes a las 18:00, sábados a las 19:00 y domingos a las 13:00. Siempre respeten los momentos de culto y no accedan durante estos a la visita. 

 
UN POCO DE HISTORIA
 
Declarada BIC en 1983, la iglesia de Santiago es la única parroquia que se ha conservado de las cuatro con las que llegó a contar la villa. El paso del tiempo, de las diversas necesidades y los diferentes estilos arquitectónicos, han hecho de esta iglesia un edificio ecléctico y singular que contiene en su interior auténticas joyas que bien merece la pena visitar.  
La historia de este edificio se inicia en época románica, seguramente como una iglesia de única nave de la que solo se conserva el presbiterio, un único ábside de los más singulares e interesantes del románico castellano. Oculto por el esplendoroso retablo barroco del siglo XVIII que preside los actos litúrgicos de la iglesia, se ha conservado un conjunto  escultórico de principios del siglo XIII y que desde los años noventa se sabía de su existencia por un hueco bajo el sagrario y que finalmente, en el año 2010, se solucionó de forma ejemplar conservando la obra barroca pero adelantándola para poder ver las esculturas medievales. Este conjunto, además de la rica decoración de las tres ventanas, conserva entre ellas dos relieves. En el de la izquierda del espectador se representa al apostol Santiago el Mayor, ricamente vestido, portando un libro en una mano y un báculo con empuñadura en forma de tau en la otra y sobre el que aparecen dos bustos humanos a los lados de una cabeza de animal feroz. Este último elemento es poco frecuente en la iconografía jacobea, pero también aparece en la representación del apóstol de la puerta de Platerías de Santiago de Compostela. En el relieve de la derecha del espectador se representa a Cristo en majestad rodeado por el Tetramorfos, encimael Sol y la Luna y debajo seis figuras de peregrinos, tres andando y tres arrodillados, los cuales, según Manuel A. Castiñeiras, podrían ser Fernando III el Santo, su mujer Beatriz y el obispo de Segovia Bernardo, quienes habían estado en Santiago en 1232. 
Hacia 1707 se ejecuta una gran obra en el cuerpo de naves, convirtiéndose así en un amplio espacio barroco. A la nave central, más amplia de lo que sería la nave románica, se añade una nave lateral, la capilla de la Soledad y dos sacristías adosadas al ábside, de las cuales la del lado de la epístola se demolió con el ánimo de dejar más visibilidad al ábside románico. La torre, situada a los pies del templo, consta de una escalera, actualmente restaurada manteniendo su antigua estructura de entramado de madera, que conduce a un primer piso donde se encuentra ubicado el coro y donde puede contemplarse un precioso órgano barroco. En el exterior del templo, la puerta de entrada, ubicada en la fachada sur, se encuentra adornada por un pórtico rematado con frontón donde se halla ubicada la talla de madera del Apóstol Santiago, titular y patrón del pueblo. 
Esta iglesia alberga diferentes altares de época barroca y un gran número de tallas, muchas de las cuales proceden de las diferentes parroquias y ermitas que existieron en el pueblo, y una pila bautismal semiesférica, monolítica y decoración gallonada de época románica que realmente procede de la iglesia de San Miguel. Cabe destacar, entre otras, las imágenes del Cristo del Burgo, del siglo XIII, la imagen de Nuestra Señora del Burgo y la de Nuestra Señora de la Salud, patrona de la villa, que se instaló en el retablo que preside el templo, del siglo XVIII, y dedicado a Santiago, titular de la iglesia.
PALACIO EPISCOPAL

 

PALACIO EPISCOPAL

Cerrando la Plaza de España, en el flanco sur, se encontraba el Palacio Episcopal, residencia de los obispos en su villa de Turégano. Posiblemente ya existiese un palacio en el siglo XV, pero con certeza es el obispo Manuel Murillo y Argáiz el que en el siglo XVII construye (o reconstruye) un gran palacio con patios, cuadras, cocina, bodega, oratorio, sala de billar, alcobas, secretaría, desvanes, etc., y un salón con chimenea francesa que miraba a la plaza mayor de la villa. 
Los daños ocasionados durante las guerras napoleónicas fueron agravados con el abandono  del edificio tras la abolición de los señoríos en 1837. Posteriormente pasó a manos privadas, disgregándose en varias parcelas, y con los años se fueron adosando al edificio otras construcciones, dejando un escaso vestigio, el esquinazo frente al ábside de Santiago, única muestra de lo que llegó a ser. Construido en buena sillería y conserva el blasón, que en su día estaría en la fachada principal que daba a la plaza, que pertenece al obispo Murillo, el cual posteriormente tomaría como suyo el Ayuntamiento.
  
CASA PALACIO DE MIÑANO

 

CASA PALACIO DE MIÑANO

Ubicada en la calle Real, pero en consonancia con la Plaza de España, la Casa Miñano destaca por ser el más bello ejemplo de la arquitectura civil tureganense. Aunque actualmente solo se limita a la portada principal, en su origen ocupaba un espacio mucho más amplio, desde la calleja de servicio con acceso por la calle Real, llamada de Miñano, hasta la Plaza de España, de ahí que el trazado porticado de la plaza también esté presente al inicio de esta calle. En este amplio espacio encontrábamos huertas, caballerizas y cocheras (que se encontraban donde en 1915 se levantó el Centro Tureganense). 
Esta vivienda responde al tipo de casa segoviana del siglo XVI con una fachada muy modificada de noble de sillería, con acceso a través de un arco de medio punto de grandes dovelas encuadrado en un alfiz que remata con un frontón triangular en cuyo centro aparece el escudo, el cual realmente no pertenece a los Miñano que debieron adquirirla en el siglo XVII. Destaca su bellísimo balcón en chaflán, hoy tapiado, que miraba hacia al entorno donde se iniciaba la plaza.  
En su interior consta de tres plantas y una buhardilla, además de un patio porticado de estilo renacentista, hoy muy modificado, con columnas de orden jónico sobre las que reposan las zapatas que soportan las vigas de madera. En sus muros, casi ocultos por un encalado posterior, conserva bellos esgrafiados del siglo XVI de estilo italianizante.
El edificio, disgregado en diferentes parcelas a finales del siglo XIX, principios del XX, pertenece a particulares y no está abierto a la visita turística.
Barrio Judio

 

EL ANTIGUO BARRIO JUDÍO

La aljama judía tureganense tuvo notable imortancia social, económica y religiosa en los siglos XIV y XV. Uno de los barrios de la villa ofrece aún la configuarición característica de la juderías castellanas. La antigua sinagoga se encontraba donde actualmente se encuentra la casa parroquial. 

PILÓN DE LA PLAZA DE SANTIAGO

 

PILONES

Turégano conserva hoy en día un buen número de pilones por toda la villa que hablan de su importancia en tiempos pasados, especialmente durante la feria de San Andrés para abastecer a todo el ganado que aquí se concentraba. 
La primera de estas fuentes que se encuentran por la villa es la ubicada en la plaza de Santiago, que según nos indica en el medallón de su frontón, se construye en época de Carlos III, en 1781. En esta fecha surge la necesidad de abastecer a la población y al ganado de agua más salubre del que se estaba utilizando, por lo que se crea todo un sistema de canalización hidráulico, conocido como la "Madre del Caño":  desde una pequeña presa en el arroyo Valseco se provee de agua a dos desareneros en el camino de Carramatabuena y continúa la canalización hasta el centro urbano, hasta el pilón de Santiago, haciéndose visible este canal al cruzar el mismo arroyo Valseco.
Hasta ya finales del siglo XIX, este pilón de Santiago fue el único del municipio, pero debido a la necesidad de abastecimiento se realizan los de la Plaza de Bobadilla, el de la calle de la Paja (esquina calle Real y Nicomedes García) y el de la plaza de San Miguel, fechado en 1890. 
Ermita de los Remedios

 

ERMITA DE NUESTRA SRA. DE LOS REMEDIOS Y VÍA CRUCIS DEL HUMILLADERO

Conocida anteriormente como Ermita del Cristo del Humilladero, es la única ermita que se conserva de las muchas que hubo en Turégano. Se trata de una ermita de pequeñas dimensiones, de sencilla edificación y planta rectangular tras la ampliación de 1802. Cuenta con una curiosa inscripción de concesión de indulgencias sobre el ventanal exterior que permite la imagen de la Virgen sin necesidad de acceder a la ermita. 
De camino a la ermita por la carretera a Torreiglesia, encontramos el Vía Crucis, cuya disposición se encuentra recolocado, que consta de catorce cruces de granito con inscripciones en sus basas fechadas entre 1689 hasta 1862. 
PLAZAS NUEVAS
 
PLAZAS NUEVAS
 
El 24 de septiembre de 1965 se inició un incendio producido por una chispa que, debido al fuerte viento, en cuestión de horas arrasó más de 100 casas de modestos labradores en el barrio de Bobadilla. Afortunadamente no hubo que lamentar perdidas personales, pero si se perdieron las cosechas de grano que estaban guardadas en las casas. La noticia tuvo mucho eco y llegaron ayudas de toda España para ayudar en la reconstrucción.
Así pues, sobre las casas quemadas surge una nueva barriada. 
Se construyeron unas cincuenta casas, de tipo adosado, de dos plantas y amplios patios, pensadas para los labradores. Las calles, al contrario que las anteriores, se trazaron amplias y rectas y se configuraron dos nuevas plazas dispuestas en terrazas, de trazado rectangular. 
El centro de la Plaza Nueva de Arriba está ocupado por enorme abeto, en torno al que se genera una zona ajardinada y en los laterales cortos se crean unos soportales en los que aún se reúnen los vecinos a jugar a las cartas o echar una charla, mientras que los laterales largos quedan completamente abiertos, conviertiéndola así en un mirador con maravillosas vistas del castillo. 
La Plaza Nueva de Abajo es algo más pequeña y además del jardín tiene un pequeño coso de arena donde juegan los niños. en los laterales hay colgadas enormes espadas de hierro. 
EL BURGO, JARDÍN DE OBISPOS. IGLESIA DE STA. MARÍA

 

EL BURGO

El Prado del Burgo se encuentra en el camino de Sauquillo, saliendo del municipio hacia el pinar. 
Gracias a las obras de adecuación en la zona para instalaciones deportivas se halló un yacimiento arqueológico de mucho interés de época Bajo Imperial Romana que posiblemente delate la existencia de una villa. 
También se hallaron enterramientos de época altomedieval, en relación con la parroquia y barrio de San Pedro del Burgo, quizás el más antiguo de Turégano, con población continuada hasta la Edad Moderna. 
Cerca se levantó la ermita de Nuestra Señora del Burgo que pervive hasta el siglo XVIII y que posteriormente se adaptó como vivienda. En esta ermita fue donde celebró sínodo Juan Arias Dávila en 1483 y junto a ella, este mismo obispo, construye un palacete episcopal de verano. En el siglo XIX esta zona se convierte en propiedad privada. 
MUSEO FORESTAL

 

MUSEO FORESTAL

Situado en un enclave sin igual, rodeado por un maravillosa fauna y flora, se encuentra este Museo, situado en la antigua Casa del Ingeniero que ha sido restaurada para albergar el recuerdo a las gentes que han dedicado su vida a los trabajos realizados en  los pinares: resineros, pegueros, piñoneros, guardas, etc. Desde antiguo el aprovechamiento del monte por el hombre centró su interés en la explotación de los recursos de éste. El pino como recurso maderero, la resina, el piñón, la caza, el aprovechamiento vecinal de pastos y la extracción de brozas creó un ecosistema propio y un medio de vida para sus gentes. Sin embargo, a mediados del siglo XIX se inicia la explotación industrial de la resina lo que ocupó una extensa mano de obra, y una cierta riqueza industrial, además de un cuidado especial del monte por los resineros, transformando toda esa forma de hacer.